Michoacán Informativo

Ramírez Bedolla utiliza pueblos indígenas en estrategia política

Por Roberto Carlos Guevara 

Morelia Michoacán a 5 de diciembre de 2024.- El gobernador de Michoacán, Alfredo Ramírez Bedolla, se encuentra en el centro de la polémica tras lo que muchos califican como una peligrosa estrategia política para recuperar credibilidad. Después de perder la consulta para declarar independientes a las comunidades de Capula y San Nicolás Obispo, el mandatario ha optado por movilizar a pueblos indígenas en actos públicos, buscando proyectar una imagen de respaldo popular que, según sus críticos, es artificial y manipuladora.

Los eventos recientes han estado marcados por encontronazos entre ciudadanos, reporteros y simpatizantes acarreados por la administración estatal. Entre tacos de canasta y refrescos, el gobernador intenta construir una narrativa de cercanía con las comunidades, mientras los cuestionamientos sobre la legitimidad de estas reuniones no cesan.

Una de las iniciativas que ha generado mayor controversia es la llamada reforma constitucional indígena, promovida por Ramírez Bedolla como un supuesto avance para los derechos de las comunidades originarias. Sin embargo, la reforma ya estaba “planchada” para ser aprobada en el Congreso del Estado, lo que ha llevado a múltiples voces a denunciar que se trata de una maniobra política para fortalecer su desgastada imagen.

Además, la estrategia del gobernador parece estar avivando conflictos entre las propias comunidades. Al promover divisiones y enfrentamientos entre sectores sociales, Ramírez Bedolla ha sido señalado por líderes civiles como un factor de desestabilización en lugar de reconciliación. “Está utilizando a los pueblos indígenas como herramientas políticas, sin considerar las verdaderas necesidades y demandas de estas comunidades”, denunció un activista local.

El contexto no puede ser más alarmante. La movilización de comunidades con fines políticos y el uso de reformas previamente consensuadas para construir un falso sentido de legitimidad plantean serios riesgos para el tejido social de Michoacán. Estas acciones, lejos de fortalecer la credibilidad del gobierno estatal, podrían derivar en una mayor polarización y descontento entre la ciudadanía.

En medio de esta crisis, el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla enfrenta no solo un cuestionamiento de su liderazgo, sino también el desafío de demostrar que su administración no se limita a gestos simbólicos y campañas mediáticas, sino que realmente responde a las necesidades de un estado que exige soluciones reales y respeto por su diversidad cultural.

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