Morelia Michoacán a 15 de junio de 2020.- Doblado casi hasta las rodillas y un diablito apenas sostenido por sus cansados brazos, así es Mauricio, un adulto mayor de casi 90 años que vive de pepenar porque sus hijos le han abandonado.
Cor rostro cansado y una sonrisa miserable, recibe 10 pesos de las manos de un cuentahabiente de Santander, da las gracias, luego otros 10 pesos y sigue con su que hacer, buscando aluminio y plástico en una papelera de Madero Poniente y Cuautla.
Así es su caminar todos los días, con casi un siglo a cuestas sale de su casa en Santiaguito mu y temprano a recoger papel, plástico y aluminio para llevar que comer a la casa.
Mauricio camina entre tres y cinco kilómetros, o más, para reunir lo suficiente para su venta, pero no saca mucho, no se ha arreglado sus dientes enfermos de caries y le faltan otros tantos.
Con una mirada sesgada por la tristeza y enmarcada en arrugas profundas, recordó que “si tengo mis hijos, pero no, no me ayudan…” Pero no solo su familia le ha dado la espalda, a diferencia de muchos que viven del centro, pidiendo el pesito para la combi o de la venta de dulces, a don Mauricio “el gobierno no me ha ayudado”, tiene que levantarse a trabajar, porque sino, no come.
El número de personas que viven como él, de la pepena, de limosna, payasos, tragafuego, malabaristas, comerciantes ambulantes y carretilleros, es inconmensurable, hay en Morelia en todos lados y son uno de los sectores a los que más ha impactado la pandemia, porque no hay gente en las calles, además de que en caso de enfermar, ninguno cuenta con seguro médico ni gastos médicos mayores.