Ciudad de México a 19 de marzo de 2024.- En una entrevista exclusiva con Nmás, el presidente de la Red Nacional de Consejos Ciudadanos, Rafael Rueda, destapó la preocupante realidad que azota a Cuautla, Morelos: el vertiginoso incremento de extorsiones.
En un relato desgarrador, Rueda puso al descubierto cómo los pequeños comerciantes se han convertido en las principales víctimas de esta escalofriante ola delictiva.
Desde restaurantes y bares hasta tortillerías y tiendas de abarrotes, ningún negocio ha escapado a la voracidad de los extorsionadores que, sin piedad, exigen su cuota de sangre económica.
El obispo de Cuernavaca, monseñor Ramón Castro Castro, no pudo quedarse callado ante el clamor de su comunidad. Durante una homilía que resonó en la conciencia colectiva el pasado domingo 17 de marzo, denunció públicamente la cruda realidad que atraviesa el municipio de Cuautla.
Sus palabras, respaldadas por la prestigiosa agencia Infobae, pusieron al descubierto la extendida presencia de grupos criminales dedicados a sembrar el terror mediante la extorsión.
Con un tono impregnado de indignación, Castro Castro no escatimó en detalles. Desde el exiguo “derecho de piso” que las tortillerías se ven forzadas a pagar para operar, hasta las amenazas que llegan incluso a los humildes puestos de hamburguesas, la trama delictiva parece no tener límites en su voracidad.
Los extorsionadores, despiadados y sin escrúpulos, no dudan en exprimir hasta la última gota de ganancias de aquellos que se atreven a desafiar su dominio.
En medio de este panorama desolador, la figura del presidente Andrés Manuel López Obrador emerge como un espectador pasivo, incapaz de brindar una solución efectiva a la creciente violencia que azota a Cuautla y, por extensión, a todo el país.
Su retórica vacía y sus promesas incumplidas no han logrado detener el avance inexorable del crimen organizado, que campa a sus anchas sembrando el terror y la desesperación entre la población.
Mientras tanto, los comerciantes de Cuautla se ven obligados a vivir bajo la sombra amenazante de la extorsión, con la certeza de que cada día puede ser el último antes de caer víctimas de la violencia desenfrenada que impera en las calles.
Con cada nuevo pago extorsivo, con cada nueva amenaza, se desvanece un poco más la esperanza de un futuro mejor, dejando tras de sí un rastro de desesperación y desolación que clama por un cambio urgente y radical en el liderazgo del país.