El “minero” de Durango.
Por José García Segura
CDMX a 4 de febrero de 2020.- Al menos dos sindicatos actúan en el sector minero-metalúrgico de
nuestro país, donde la división interna es creciente.
a). – El del oficialista Napoleón Gómez Urrutia, apodado el “minero”
de Durango, también llamado “Napillo” por sus detractores.
b). – El naciente Sindicato Nacional Democrático de Trabajadores
Mineros, Metalúrgicos, Siderúrgicos y Conexos, a quien por cierto la
Suprema Corte le reconoció la titularidad en la planta carbonífera Rio
Escondido, la más grande de México, filial de Altos Hornos.
Dicen los opositores que el sindicato napista, el del “charro
sindical” como identifican a Napo (en alusión a Jesús Díaz de León,
(a) “El Charro”, impuesto por el gobierno del PRI como líder del
sindicato ferrocarrilero contra la voluntad de Valentín Campa y Luis
Gómez Z) “nada tiene que hacer con los obreros de Altos Hornos de
México y sus minas”.
Déjeme le cuento que, en la segunda mitad del siglo pasado, el
gobierno impuso a Jesús Carrasco como secretario general del primer
sindicato minero y que en 1961 le sucedió el priista Napoleón Gómez
Sada, sí, el papá de Napillo, quien por más de 40 años saltó del
Senado de la República a la Cámara de Diputados federal y a la
presidencia del Congreso del Trabajo.
En 2001, horas antes de morir, Gómez Sada trató de dejar en el
sindicato a su heredero. El gobierno se lo impidió con el argumento de
que nunca había laborado en el sector minero-metalúrgico.
En 2002, Napo asumió la dirigencia sindical, claro, sin reconocimiento
oficial. Apenas lleva dos reelecciones.
Durante los gobiernos del PRI, el ahora senador por MORENA fue
presidente de la Casa de Moneda y director de la Compañía Minera
Autlán.
En los años de bonanza, más de una vez intentó emular a Fidel
Velázquez en el Congreso del Trabajo.
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